C h a n t a l P. D u r o c h e r

“POR FAVOR, TOCAR! Quiero que toquen mis pinturas.” Así comienza Chantal Poulin-Durocher su Declaración de Artista. Se trata de un aspecto muy propio de sus obras – la dimensión táctil. Al ver sus obras es irresistible tocarlas y éstas están protegidas de manera especial.

Sus grandes cuadros están llenos de textura y ella les fusiona elementos de la naturaleza, tales como hojas muertas, ramitas y otros materiales reciclados. Estos elementos están sellados con una capa gruesa de resina epóxy.

Esto nos lleva a otro aspecto importante de su trabajo, el motivo que impulsa sus obras de arte.

La artista busca despertar en nosotros la consciencia de nuestra relación con el medio ambiente y el concepto Budista de la impermanencia, de lo transitorio.

Todo existe en un estado de transformación.

Ella convierte la cosa más modesta del mundo, una hoja muerta, en un punto focal de una obra que admiramos, intentándonos mostrar su valor olvidado, ya que se nos olvida de manera muy fácil la suma importancia de la naturaleza para nuestra supervivencia.



En el 2009, procurando experimentar un nuevo medio-ambiente, tanto social como visual, Chantal Poulin-Durocher, emigró de Quebec a Costa Rica. Ahí estableció su estudio en las montañas con vista al mar pacífico. Los colores vibrantes y tropicales de Costa Rica se fusionaron en sus paisajes de texturas generosas y en sus obras abstractas.

En Noviembre del 2009, la galería Thompson-Landry de Toronto presentó un show propio denominado “Transiciones” que exponía los resultados de esta experiencia.

Chantal P. Durocher sigue pintando en Costa Rica y muy contenta en su nuevo ámbito.

 

F ó s i l e s   c o n t e m p o r á n e o s

Las obras de arte de Chantal Poulin-Durocher, que ella denomina ‘fósiles contemporáneos', interponen la naturaleza y la civilización. La artista consigue que unas hojas y ramitas bailen en el lienzo, como en un viento de otoño, con gracia y sensibilidad. Sobre estos elementos de la naturaleza, Durocher utiliza una capa gruesa y clara de resina, al igual que la naturaleza utiliza el ámbar para sellar sus fragmentos de fósiles.

Desviados de su destino carbonífero, estos elementos parecen como enmarcados en cristal para la posteridad. Ella implanta restos ecológicos en nuestro ambiente aséptico, infundiéndole importancia a una simple ramita. El uso de material orgánico en un momento cuando ya quedó sin vida, también abarca los temas de la muerte y lo temporal, de lo efímero, de la impermanencia.


Este concepto de ‘fósiles contemporáneos', que implica la conservación, se contrapone con el tema de la artista de la impermanencia: la impermanencia de las cosas, de las situaciones y de la vida; nuestra propia impermanencia. Esta contraposición demuestra nuestro rechazo ante la impermanencia, nuestra batalla sin sentido contra el cambio, nuestro sufrimiento cuando no aceptamos que nada permanece igual para siempre.

Luego, para la artista, no debemos hablar de la conservación de la naturaleza sino el respeto de ella. Ante todo, que no es tanto que formemos parte de la naturaleza sino que ésta forma parte de nosotros, somos muy frágiles, dependemos de ella.

Chantal P. Durocher alterna entre la abstracción completa y una representación muy propia de su entorno. Sin embrago, a través de sus obras, las cuales incorporan la espacialidad, siempre nos sentimos atraídos a tocar estas texturas, estos materiales, creando así una comunicación entre el sentido táctil y la visión.

Este periodo es testigo a una búsqueda de lo sencillo, de lo escueto, de gracia de expresión y comunicación. Esta búsqueda, la cual es el corazón de su creatividad, es el fruto de una larga y rica formación, durante unos 20 años, un proceso excepcional que se ve muy poco en el mundo del arte y que ha llevado a Chantal Poulin-Durocher del realismo académico a la abstracción contemporánea.


  O B R A S